Los Cinco y el tesoro de la isla by Enid Blyton

Los Cinco y el tesoro de la isla by Enid Blyton

autor:Enid Blyton
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Infantil y Juvenil, Aventuras
publicado: 1941-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO X

Una propuesta sorprendente

A la mañana siguiente los diarios llevaban en primera plana noticias abundantes del barco que había salido del fondo del mar. Los periodistas habían aprovechado bien lo que les contó el tío de los chicos, y algunos de ellos se proponían trasladarse a la isla y tomar fotografías del viejo castillo.

Jorge estaba furiosa.

—¡Ese castillo es mío! —gritó frenéticamente a su madre—. Esa isla es mía. Tú dijiste que acabaría siendo mía. ¡Lo dijiste! ¡Lo dijiste!

—Ya lo sé, Jorge querida —dijo su madre—. Pero tienes que ser comprensiva. Yo no puedo impedir que quien quiera visitar la isla lo haga y tampoco tengo derecho a prohibir que saquen fotografías del castillo.

—Pero es que yo no quiero —dijo Jorge enfurruñadamente—. La isla es mía. Y el barco también. Tú siempre lo has dicho.

—Sí, claro, pero yo no podía adivinar que iba a salir a flote —dijo su madre—. Sé comprensiva, Jorge. ¿Qué le vamos a hacer si la gente quiere acercarse al barco y mirarlo? Eso no se puede impedir.

Jorge sabía que era verdad, que eso no podía impedirse, pero ello no la calmaba lo más mínimo. Los chicos estaban maravillados y sorprendidos de ver el interés que había despertado el barco rescatado de las aguas y la misma isla Kirrin. Ésta acabaría llenándose de gente curiosa que los pescadores llevarían en sus barcos. Jorge lloraba de rabia y Julián intentaba consolarla.

—¡Escucha, Jorge! Nadie conoce todavía nuestro secreto. Esperaremos hasta que haya pasado todo este interés por la isla y el barco y entonces iremos al castillo y encontraremos los lingotes.

—Eso será si nadie los descubre antes que nosotros —dijo Jorge, enjugándose las lágrimas. Estaba furiosa consigo misma; pero lloraba y no lo podía evitar.

—¿Por qué razón van a descubrirlo antes? Nadie sabe todavía qué es lo que hay dentro del cofre. Buscaré una oportunidad para recuperar el plano antes de que nadie pueda verlo.

Pero esa oportunidad no apareció jamás; por el contrario, sucedió algo terrible. ¡El tío Quintín vendió la caja y el cofre a un anticuario! Dos o tres días después de que se despertara el interés por el barco y la isla, salió de su despachó y se lo contó a tía Fanny y a los chicos.

—He hecho un buen negocio con ese anticuario —dijo a su mujer—. ¿Te acuerdas de aquel cofrecillo que había en la caja? Pues resulta que ese señor colecciona cosas raras como ésa y me lo ha pagado todo a muy buen precio. Realmente ha sido una ganga. ¡He ganado mucho más de lo que pensaba ganar con el libro que estoy escribiendo! En cuanto vio el viejo plano que había en el cofre y el arrugado diario me dijo que quería comprar todo el lote.

Los chicos miraron a su tío, horrorizados. ¡Había vendido el cofre! Ahora, cualquiera que examinase un poco al detalle el plano y supiese el significado de la palabra "lingotes" podía echar por tierra el secreto. Pronto aparecería en todos los periódicos la historia de las barras de oro.



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